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El tabaco, un gran enemigo para tu salud bucodental

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El tabaco es la primera causa evitable de muerte en España. No cabe duda de que es uno de los grandes problemas de salud pública en nuestro país. El 29% de las personas mayores de 14 años fuman, siendo mayor el consumo en los hombres con respecto a las mujeres, aunque cada año se van igualando más estos datos.

El porcentaje de fumadores varía según la edad. La menor proporción se encuentra en los mayores de 65 años, mientras que los jóvenes de 25-34 años son los que más fuman. El número de muertes anuales atribuibles al consumo de tabaco se sitúa en 50.000. Aunque la mayoría de ellas se produce en hombres, en las mujeres está causando un incremento anual del 7%.

Datos sobre el consumo de tabaco en España

Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer el 25% de la población en España es fumadora habitual, siendo la franja de edad entre 25 y 34 años donde más fumadores existen. Las comunidades autónomas donde más se fuma son Extremadura y la Región de Murcia.

Estos datos indican que el porcentaje de fumadores va disminuyendo con los años ya que desde 2009 de ha disminuido en un 37%.

¿De qué manera afecta o influye el tabaco en nuestra salud bucal?

Son indiscutibles los efectos adversos que el consumo de tabaco tiene en nuestra salud bucal. El hábito tabáquico es la causa principal de muchos problemas orales y de efectos adversos en la cavidad bucal. Destacan la aparición de diversas patologías como la gingivitis, periodontitis, periodontitis necrotizante, fracaso de los implantes dentales y enfermedades de la mucosa. De hecho, los pacientes fumadores presentan un riesgo más alto de perder sus piezas dentales. Además, no debemos olvidar que el 75% de los casos de cáncer oral se asocian al consumo de tabaco.

En cuanto a la periodontitis, los estudios demuestran que la incidencia y gravedad de ésta patología son mayores en aquellos que fuman. La respuesta que tiene un fumador ante el tratamiento periodontal (raspado o raspaje) se ve notablemente afectada por una serie de condiciones provocadas por el tabaco. Éstas son: el retraso de la cicatrización, el aumento de las complicaciones postoperatorias, los resultados insatisfactorios y el aumento del número de periodontitis recidivantes; más del 90% de las periodontitis que reaparecen se asocian a fumadores y solo un 25% se asocia a los no fumadores.

En contraposición, dejar de fumar puede disminuir o detener la progresión de la enfermedad periodontal e incrementar la eficacia de los resultados del tratamiento periodontal. El cese del hábito tabáquico puede formar parte del tratamiento periodontal desde su inicio, con tal de asegurar unos resultados aceptables.

Por otro lado, se puede afirmar que el consumo de tabaco crea gingivitis, que es la inflamación e irritación de la encía que rodea los dientes. Sin embargo, es más difícil de diagnosticar en fumadores que en no fumadores. Esto es debido a que la nicotina induce la vasoconstricción, evitando la correcta circulación de la sangre, “escondiendo” los síntomas como son la inflamación y el sangrado

El consumo de tabaco durante y después del tratamiento con implantes dentales puede conllevar la pérdida de dicho implante. Los datos disponibles actualmente afirman que el tabaco fumado aumenta de 3 a 4 veces el riesgo de fracaso del implante. Además, también aumenta el riesgo de periimplantitis (la infección e inflamación de la encía que rodea el implante). Es por ello que dejar de fumar está relacionado con un mejor pronóstico del implante, incluso cuando es limitado a una semana anterior a la cirugía y a 8 semanas después de ella. No obstante, es preferible abandonar el hábito permanentemente para asegurar una mayor durabilidad del implante.

Además de estas patologías orales, no debe dejarse de lado el deterioro de la estética de los dientes y encías del fumador. A esto se le suma la halitosis (mal aliento) y la disminución del sentido del gusto.

 

En el caso del cáncer oral, hay una relación directa

Son los metabolitos derivados de la combustión del tabaco, como la nicotina y el alquitrán, junto con el calor que se desprende, los que provocan cambios celulares  que pueden derivar en el desarrollo de una lesión cancerosa. Aunque afortunadamente no es una patología muy frecuente (8/100.000) , entre el 80 y 90% de estos pacientes en los que aparece el cáncer oral son fumadores. La detección temprana es fundamental en el éxito del tratamiento.

Los dentistas son los profesionales más cualificados para ver y reconocer más tempranamente una lesión o un cáncer oral en nuestra boca. Además, pueden detectar los efectos perjudiciales del tabaco en la boca y ayudar a los pacientes a combatirlos. Cabe recordar que en el caso de este tipo de enfermedades su detección tardía provoca el 25% de muertes en personas diagnosticadas.

Se ha demostrado que la unión del alcohol y el tabaco causa la inmensa mayoría de los cánceres orales: el alcohol abre excesivamente las mucosas de la boca, permitiendo que las sustancias cancerígenas del tabaco penetren en mayor medida en su organismo.

Todo esto se podría prevenir, además, con al menos una visita anual al dentista y por supuesto dejando de fumar. Así se demuestra también en algunos estudios, ya que concluye que cuando se deja el tabaco, el microbioma de la boca se restaura con el tiempo y el número de patologías también descienden.

 

Efectos del Cese del Hábito Tabáquico

Los beneficios de abandonar el hábito de fumar serán más notables cuanto más joven se abandone el tabaco, y sobretodo, antes de desarrollar cualquier enfermedad sistémica u oral relacionada con el tabaco. Pero para dejar el tabaco nunca es tarde y siempre se obtienen ganancias positivas en la salud. Un adulto sano que deja de fumar antes de los 35 años de edad puede tener una esperanza de vida igual que la de alguien que no ha fumado nunca.

Dejar de fumar solo puede conllevar mejoras en la salud oral. Aunque en los primeros días de abandonar el hábito se tengan efectos agudos (irritabilidad y agresividad, aumento del apetito, dificultad de concentración, sensación de urgencia de fumar y en ocasiones, disturbios en el sueño), los beneficios que se obtendrán tiene un peso infinitamente mayor.

Para empezar, se reduce el riesgo de padecer cáncer oral y el riesgo de complicaciones postoperatorias. En cuanto a las encías y mucosa, el estado de los tejidos es cada vez más similares a los de un no fumador, se consiguen unos mejores resultados de tratamientos periodontales, además de que se reduce exponencialmente la pérdida de dientes. La mayoría de las lesiones precancerosas desaparecen, al igual que la melanosis del fumador y la estomatitis nicotínica. Las manchas en los dientes pueden ir disminuyendo su intensidad con una correcta higiene y con el tratamiento de blanqueamiento dental oportuno.

 

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